The Genealogy Page of Jorge Heredia and Heleen Sittig

La Página de Genealogía de Jorge Heredia y Heleen Sittig

Introducción

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La historia es la suma de muchas historias por Jorge Heredia
Una vertiginosa idea llena de esperanza por Heleen Sittig
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La historia es la suma de muchas historias

Cuando murió mi abuela en vez de plata o alhajas recibí una pequeña colección de fotos antiguas. Ese fue el principio de este sitio web. Todas las fotografías eran de miembros de la familia, algunos de los cuales nunca había llegado a conocer pero que volvían a la vida en las interminables charlas de mi madre con otros parientes sobre la familia de aquí, de allá, y de más allá.

Con el tiempo fui recibiendo otras fotografías más de otros parientes, y mi madre me dio también otras tantas más. Por entonces se había despertado en mí la sed por saber quién era la familia que parecía ilustrada en esas pocas fotografías de una forma tan extensa. Yo siempre he guardado interés a la par por la historia y la fotografía, incluso en mis actividades profesionales algunas veces he llegado a conjugar armoniosamente ambas preocupaciones. Sentía entonces un impulso a adentrarme en esa familia tan desconocida como cercana.

Cuando conocí a Heleen Sittig pareció una casualidad afortunada que ella tuviera la misma preocupación por la familia. En yiddish hasta existe la palabra mischpochologie, que se refiere al conocimiento de tu familia en un entorno judío. Es más, Heleen también estaba reuniendo una pequeña colección de fotos familiares antiguas que al igual que la mía fue creciendo con el tiempo.

Desde hace unos años en el pasadizo del pequeño departamento que tenemos en Amsterdam cuelga una selección de estas fotografías en una especie de altar a nuestros ancestros que mezclados indistintamente dialogan entre sí.

Pasó mucho tiempo antes de que la idea de realizar una genealogía tomara forma en este sitio web, al que seguimos dándole forma en un proceso contínuo. Lo que presentamos es un acercamiento al momento dentro del proceso, un resultado inevitablemente parcial a los datos que hemos podido conseguir hasta ahora.



A pesar de las limitaciones ya tenemos una visión global y amplia de nuestra familia, que entre otras cosas nos permite ensayar ideas tan inusitadas como que mi hija que ha nacido en el siglo XXI tiene 1/1024 (un milveinticuatroavo) de sangre común con el legendario patriarca fundador del linaje de los Stibbe en Holanda, David Schuschan, y que si no hubiera emigrado a Amsterdam en los albores del siglo XVIII acaso mi hija no existiría, o en todo caso sería muy diferente. El ejercicio es más extremo con Diego Fernández de Ugarte, Señor de la Casa Torre de Vando de Ugarte del Valle de Llodio, en el País Vasco hacia el año 1440, dieciocho generaciones más allá que mi hija. Y mientras que en el siglo XVIII un herrero llamado Ralph Barton ejercía algunos cargos oficiales en la comunidad de Wigan, Lancashire, Inglaterra, un descendiente de Don Diego, Gaspar Emiliano de Ugarte y Lecanda, se aventuraba al nuevo mundo para servir al aparato administrivo de la corona española. Ninguno de ellos sospecharía que sus familias se unirían en Lima casi dos siglos más tarde. Y cuando Thomas Barton abandonaba Inglaterra con rumbo a Sudamérica algunos años antes de las grandes guerras independentistas del siglo XIX, probablemente ya presentía que sus huesos quedarían en algún lugar como el Cementerio de Chacarita de Buenos Aires, donde ahora descansan, pero no tendría la más mínima idea que sus nietos levantarían en el Perú un imperio industrial asociado con la bebida gaseosa de mayor consumo en el planeta.

La historia de los pueblos es la suma de muchas historias más pequeñas, la historia de los individuos que en conjunto hacen la historia. La historia de una familia es un delgado hilo que atraviesa de lado a lado el tejido de la historia. En cierto modo una familia es una imagen representativa de esa historia mayor que los individuos nunca pensaron estar escribiendo poco a poco con sus vidas. Somos lo que fuimos, hemos sido lo que seremos, regresamos a ser lo que seguiremos siendo y lo que llegaremos a ser.

Las fotografías que fueron el punto de partida de este proyecto ahora ilustran tan sólo un reducido número de personas alrededor del círculo más cercano a nosotros. En cambio la familia se ha vuelto inmensa. En la primera versión de este sitio web de 2006 se registraban 5,664 personas; en esta última actualización hay más de 41,000. Si en un principio recibí como herencia un montoncito de fotos viejas, ahora mis hijos pueden heredar además de este montoncito la cercanía a este enorme grupo de personas con las que tienen un vínculo en común, todos somos familia.

Jorge Heredia
Amsterdam, diciembre de 2009


Una vertiginosa idea llena de esperanza

Me crié con la vaga idea que mi familia era muy pequeña y que por eso los pocos que eramos nos sentíamos muy cerca. Las peleas que veía suceder donde los otros, sobre riquezas o estilos de vida, entre nosotros eran inimaginables. Claro que no ocultábamos nuestras diferencias de opiniones, pero todo quedaba siempre al nivel de la discusión cariñosa. Igualmente vaga e inmencionable era la idea que se quedaba al fondo, que eramos una familia pequeña a causa de La Guerra.

El que de repente surgan más de 41,000 nombres de personas, entre vivas y muertas, y que todas ellas sean familia mía es una sensación nueva para alguien que creía que 'ya no quedaba casi nadie'. Que mis hijos tengan una mezcla de raíces, -digo, por decir algo-, Irán, Elburg, Blokzijl, Praga, Chiclayo, Arequipa, Inglaterra, Galicia y el País Vasco, quizás no tiene nada de nuevo, pero se hace tremendamente claro a través de una genealogía como esta.

Es inevitable que la Segunda Guerra Mundial y la época nazi reaparezcan recurrentemente en esta genealogía. Una gigante parte de mis familiares que vivieron en la primera parte del siglo XX murió en los campos nazis. El paciente tipeo de los nombres de familias enteras que fueron asesinadas durante la dictadura nazi, -recién nacidos, recién casados, ancianos, -todos-, no ha sido la parte más sencilla de este proyecto.

A pesar de la sorprendente cantidad de información que hemos encontrado, es más lo que queda por encontrar. De muchas personas no sabemos más que sus nombres, a veces una fecha y un lugar de nacimiento y muerte. Pero la vida que llevaron queda tan sólo como un ejercicio de la imaginación. De algunos sabemos un poco, gracias a los cumplidores archivos que guardan información sobre éllos, o a las historias que circulan en la familia.

Yendo más lejos, los ancestros de las personas que hemos encontrado despiertan mi curiosidad, la familia que vivió hace mucho y de la cual no sabemos absolutamente nada, en muchos casos ni siquiera en donde habrían vivido. Por ejemplo, es de suponer que los ancestros del Beem más viejo que hemos encontrado -o hasta él mismo- vendrían de Bohemia. ¿Pero cúando y en qué circunstancias es que llegaron a Holanda, y de dónde en Bohemia es que venían? Bajo el emperador Carlos VI de Austria en 1726 se había limitado la cuota de judíos en Bohemia y Moravia, y años después leyes muy estrictas entraban en acción por lo que muchos judíos optaron por emigrar. Pero quizás el apellido Beem (Bohemio) no sería más que una vaga designación de procedencia, tal como Polak (Polaco). ¿Y qué giro de la historia habrá llevado a David Schuschan hasta Amsterdam, si no desde Persia desde un sitio hasta ahora desconocido? Todo queda en el terreno de las especulaciones. Tampoco sabemos mucho las familias Van Straten, Van Leeuwen en Van der Giessen, que por muy holandeses que suenen probablemente también tienen sus orígenes en Europa Central.

También de los Sittig y otros ancestros checos sabemos muy poco. Sittig parece ser un apellido poco frecuente entre los judíos checos, sin embargo hemos encontrado que un cierto número de Sittigs del siglo XIX está enterrado en la aldea bohemia de Ckyne. Además he encontrado que una chica Sittig de Ckyne emigró a Michigan, EEUU, en el siglo XIX. Pero, ¿es realmente la familia Sittig originaria de esta remota aldea? Todo esto espero poderlo investigar más. Algo que todavía no hemos podido establecer con claridad es el vínculo con Franz Kafka. En la familia he escuchado siempre la historia de que el escritor sería nuestro pariente, pero no sabemos todavía cual es la conexión. Suponemos que sería por parte de nuestra tatarabuela Julie Kafka. Por lo demás, no sería muy raro en una comunidad relativamente pequeña e intensamente endogámica como la judía de Praga de fines del siglo XIX que todos sean parientes.

Del lado peruano sobre todo los Heredia y otros ancestros norteños se encuentran poco definidos. El que sepamos más de los Ugarte o los García se deba quizás a que eran familias más notables y de Arequipa y Lima, las ciudades más grandes en un país centralista. No faltan los miembros ilustres en éstas, como el héroe naval Guillermo García y García y su hermano Aurelio García y García. En la rama de los Barton que entronca con los Ugarte encontramos a un famoso médico, Alberto Barton Thompson, que descubrió la bacteria de la viruela, la cual lleva su nombre, bartonella, y a un magnate de las bebidas gaseosas, su hermano Leopoldo Barton Thompson.

Pero son justo los miembros menos ilustres, aquellos de los que a veces no sabemos ni siquiera su nombre ni el idioma en que hablaban, los que despiertan más mi imaginación. La idea de que nuestros hijos y sus hijos, y los hijos de nuestros hijos y de los suyos, son todos familia, es vertiginosa y al mismo tiempo esperanzadora.

Heleen Sittig
Amsterdam, agosto de 2008

(Texto traducido del holandés)




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